Las organizaciones enfrentan hoy el desafío de gestionarse de manera tal de lograr una adaptación exitosa a un contexto sumamente crítico. Las empresas y organizaciones deben desplegar la capacidad para movilizar sus recursos en un conjunto de áreas de actuación. En este sentido, uno de los ajustes más utilizado ha sido la incorporación de prácticas de trabajo flexibles. Estas prácticas, requieren de un proceso de planificación, socialización, pilotaje y evaluación para su implementación.
La flexibilidad laboral se define como la capacidad de la organización en su conjunto para adaptarse, responder, reaccionar o anticiparse a un entorno cambiante a la vez que se satisfacen de forma rápida y económica las necesidades del mercado.
Se trata, por tanto, de un conjunto de medidas contractuales, arreglos organizativos y actuaciones dirigidas a lograr una mejor adaptación de las organizaciones ante las demandas cambiantes, externas e internas, y con fuertes implicaciones sobre los trabajadores en aspectos como las cualificaciones y competencias, su disponibilidad geográfica, temporal, física, etc., y sus relaciones con el empleador.
Se pueden distinguir dos grandes tipos de estrategias de flexibilidad: externa e interna. La externa, también llamada numérica, hace referencia a la flexibilidad contractual y la facilidad para contratar y despedir. Por su parte, la interna tiene que ver con la capacidad empresarial de modificar las condiciones de empleo y la organización del trabajo y se configura como flexibilidad funcional, movilidad geográfica y modificación de los tiempos de trabajo, y la cualificación de los trabajadores también contribuye a esa flexibilidad interna
Desde esta aproximación, se puede ver y comprender cómo la flexibilidad laboral puede desencadenar tanto la precarización del trabajo, como potenciales mejoras de las condiciones laborales y la oportunidad de conciliar de manera más satisfactoria roles laborales y personales (Kossek y Michel, 2011). Por ello se hace tan pertinente analizar las condiciones en las cuales estas prácticas se implementan y sus potenciales efectos, especialmente ante el aceleramiento de la digitalización y automatización de sectores y mercados.
Desde la Universidad Adolfo Ibáñez, esto tiene fuerte relación con algunos de sus compromisos, tales como “promover la reflexión académica crítica y rigurosa en asuntos de interés público, participando activamente de su debate” y “ promover una cultura de integración al mundo, innovación y emprendimiento en todos los ámbitos de su quehacer”. En definitiva, este proyecto es una acción que responde a “contribuir a expandir las fronteras del conocimiento a través de la investigación de alto nivel y transferir estos conocimientos para beneficio de la sociedad”.